navegar bajo ràfaga

Navegar bajo ráfaga

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La superficie del mar cambia de aspecto, se vuelve más oscura y bajo el sol una miríada de pequeñas ondulaciones inician a correr. Son los síntomas de una ráfaga. En las regatas hay profesionales capacitados para entender y comunicar al timonel la dirección exacta de la que provienen y los segundos restantes para sentir los efectos.

Con un poco de tiempo, y el hábito de observar todo lo que nos rodea en el mar, incluso los navegantes corrientes pueden iniciar a comprender, con un poco de aproximación,  lo que va a pasar y aprender a usar a nuestro beneficio el viento de las ráfagas. O bien, cuando las ráfagas son fuertes, aprender a defenderse para evitar terminar en broche.

Todos sabemos que el viento que experimentamos en la navegación es evidente, es decir, la resultante entre el viento verdadero y el de velocidad. Una vez apuntadas las velas y encontrado un buen equilibrio, el timón se vuelve casi inútil y para mantener el ritmo en realidad son necesarias solo unas leves correcciones.

Bajo ráfaga se experimenta un brusco aumento del viento verdadero y algo se desarrolla en el equilibrio a bordo. En nuestros barcos de crucero, un aumento repentino en el viento real no está asociado con un aumento inmediato en nuestra velocidad. Esta inercia hace que el viento aparente aumento y se mueva hacia la popa ofreciendo cierto grado de «bueno», es decir, dando la posibilidad de aprovechar del agua sobre el viento.

En la práctica, si estamos navegando con ráfagas contenidas, podemos aprovecharlas todas a nuestro favor. Sobre todo si el incremento momentáneo del viento se encuentra en la misma dirección del viento real, bastará seguir el el país seguir el momentáneo movimiento del viento aparente hacia popa moviendo la barra hacia arriba para ver las primeras formas de rechazo en en el foque. Cuando el aumento de la velocidad de la embarcación, nos regresan a las condiciones originales, será suficiente apoyar un poco para mantener las velas ajustadas.

Se trata de un juego entre el timonel y el viento, que ráfaga después de ráfaga nos llevará a ganar agua evitando tal vez una virada para pasar un cabo ganar la boca del puerto.

Las ráfagas también pueden ser menos «favorable» y tales como para requerir una serie de maniobras más complejas para ser controladas. Una ráfaga violenta, además de mover el centro de la vela hacia la popa y volver el barco aun más en orza, hace sobre todo que patine mucho, haciendo mayor peso del lado del casco que se encuentra bajo viento y contribuye a empujar aun más el barco hacia orza. A menudo, en contraste solo con el timón estos efectos son imposibles.

Se dice que si se ve venir, podemos anticipar nuestras maniobras. La primera acción es orzar hasta negar un poco el foque apretando nuestro ritmo hasta el límite del ángulo muerto. Al mismo tiempo se tiene que pasar bajo el viento el trasto para aumentar la torsión y abrir la parte superior de la vela mayor para liberar la presión.

El problema en los barcos de crucero más modernos es que el trasto de la vela mayor a menudo es poco eficiente debido a sus pequeñas dimensiones y  para la ubicación, a veces en el tambucho, entonces viene reenviado en la zona casi central de la botavara. En estos casos es más útil actuar con la escota de la vela mayor.

Terminada la ráfaga se puede reanudar lentamente el ritmo, recuperar el carro hacia el centro y volver a recortar la escota de la vela mayor.

 

Nico Caponetto

A professional journalist, Nico Caponetto started his career as a newspaper journalist before entering yachting publishing 10 years ago. A sailing instructor, he has been sailing for 35 years. For some years, he has been working as journalist, skipper and instructor alternatively, teaching sailing, delivering boats and providing charter services.

1 Comment

  1. Es una lástima que un tema tan interesante no se pueda aprovechar (no se entiende) por una traducción al castellano horrorosa …

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